viernes, 3 de septiembre de 2010

Opresión

Emily Dickinson: Para cada estático instante tenemos que pagar con angustia.

Advertencias: Incesto (twincest), contenido homosexual, alusión a sexo muy implícito.

  Miro al cielo, tan gris como nunca antes lo había estado. Las gotas amenazan por caer al igual que las lágrimas de mis ojos.

  ¿En qué momento nuestra relación pasó de ser Yo-Tú a Yo-Eso? No recuerdo el exacto momento en que tus caricias dejaron de ser tiernas para pasar a lujuriosas, en que dejamos de hacer el amor para tener simple y vano sexo, que sirve para satisfacer nuestros cuerpos pero no mi ser.

  ¿En qué momento pasé a ser uno más entre todas esas groupies que te tirabas a cada momento, y a las que ahora has vuelto? Antes era sólo yo y prometiste amarme. Mierda, Tom, prometiste que me amarías por siempre. Pacto entre hermanos, ¿recuerdas?

  Quisiera volver el tiempo atrás, tenerte otra vez sólo para mí.

  Ahora debo conformarme con lo poco que me das, porque temo perder hasta eso si llego a recriminarte algo. Nada te costaría acabar con lo poco que queda entre nosotros; después de todo… sólo soy uno más.

  Volteo a verte acostado en la cama. Duermes plácidamente, como lo hacías luego de hacerme el amor. Recuerdo los largos minutos que pasaba viéndote dormir. Tus ojos cerrados y una leve sonrisa adornando tu rostro.

  ¿Qué nos pasó? ¿Qué te pasó?

  Poso una mano en mi pecho, intentando contener el dolor que siento en lo más profundo de mi ser, y regreso a la cama. Intento acomodarme entre tus brazos, con el cuidado de no despertarte ya que si lo notas me alejarás inmediatamente.

  Debo conformarme con ser sólo un juguete para ti, porque cuando estoy a tu lado me siento tranquilo, feliz. Aunque no te des cuenta de ello, Tom, te amo con locura. Sólo por eso soportaré ese trato, con la esperanza de que vuelvas a ser el mismo de antes.

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