martes, 10 de agosto de 2010

Maldad

Tomar aire.
Imagen:

Advertencias: Ninguna importante




  —¡No! ¡Suéltenlo! ¡¿Qué creen que hacen?! ¡Déjenlo en paz!

  Las lágrimas caían de los ojos de la pequeña, empapando sus mejillas, y los mocos rozaban sus labios mientras veía fijamente al chico que estaba frente a ella. Intentaba soltarse de los otros dos, pero le resultaba imposible: esos niños eran mucho más grandes y fuertes que ella.

  —Es sólo un perro sarnoso —exclamó el que parecía ser el líder del grupo.

  Los tontos que la mantenían cautiva rieron ante la broma del otro, afianzando el agarre para que la niña no pudiera soltarse. De vez en cuando debían moverse para esquivar las patadas errantes que intentaba propinarles.

  —¡No es sarnoso! —volvió a gritar.

  Su llanto se acrecentó cuando vio que el mayor llevaba a su mascota en brazos hasta el borde del puente. Lo vio voltear, dándole la orden a sus amigos de que la soltaran, y éstos así lo hicieron. Ella corrió los metros que la separaban del peludo cachorro, pero antes de que pudiera llegar el joven sonrió.

  —Dile adiós a tu perrito, Emily.

  Y sin más lo aventó al río.

  Los tres se fueron corriendo del lugar, chocando sus manos en señal de victoria. Las risas se mezclaban con el viento, pareciendo llegar a cada recoveco del bosque. Unos pajarillos salieron de sus hogares a causa del barullo, sumando su canto mientras revoloteaban en el aire.

  —¡Skipie! —gritó la pequeña, acostada en el puente con ambas manos agarradas al borde.

  El río se veía sereno. Ningún movimiento perturbaba su calma. Nada. Ni el más mínimo rastro del cachorro.

  —¡¡¡Skipie!!!

  De repente, unas burbujas comenzaron a salir en la superficie. La niña abrió grandes los ojos, con el corazón latiéndole acelerado. Lo primero en verse fueron las patitas, y al instante la cabeza del caniche asomó.

  Emily corrió hacia la orilla, llamando al cachorro con gritos y gestos de manos. El animal nadó hasta allí, siendo tomado en brazos por la chica.

  —Creí que no volvería a verte —susurró abrazándolo con fuerza.

  Su vestidito celeste tenía varios manchones azules a causa del agua, pero eso poco le importaba. ¿Qué tanto podría interesarle cuidar su ropa luego de aquel suceso? Sólo podía pensar en abrazar al perro y agradecer al cielo por habérselo dejado.


~Fin~

4 comentarios:

  1. AWwwwww, que amor *-*

    Me encantó, en especial porque tengo dos caniches y son muy queribles *-* (Aparte, tu narración es muy buen a:D)

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    1. Hola, Morri.

      Sí, ha de ser muy feo que algo así te pase. Yo ahora tengo un boxer y una doberman, y los adoro; y en general siempre viví rodeada de perros. Se sufre mucho cuando ellos la pasan mal.

      Besos y gracias por leer.

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  2. Hi!
    Aiko Kimura reportándose.

    ¡Dios! x-x Pobre Emily, pobre perrito. o.o Se me pasaron un montón de ideas por la cabeza mientras leía.

    Está muy lindo el relato, es genal.

    Y... xD bah, eso.
    Te cuidas un montón!
    Aiko-chan se retira;
    Bye!

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    1. Hi, Aiko.

      Eso; imagínate la desesperación de la pobre niña. Yo en su lugar aunque no supiera nadar creo que me tiro igual a intentar sacarlo...

      Besos.

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