Advertencias: Muerte de personaje.
Es una fría noche de invierno. Camina rápido, pero no puede
evitar que sus músculos se entumezcan y su piel se erice a pesar de la ropa de
abrigo que lleva. Al salir de la facultad es demasiado tarde para tomar un
colectivo, pero no sólo recorre el camino a pie por ello.
Al voltear en Eva Perón ya puede divisarlo. Ese muchachito,
no mayor de doce o trece años, que todas las noches está sentado en la vereda
de la oscura avenida, vistiendo ropas rasgadas de un fino algodón que le provocan
temblores a él por sólo verlo.
Camina por la acera de enfrente, con los ojos fijos en la
figura que le devuelve la mirada. Puede apreciar el tono gris apagado de sus
ojos, bajo un desprolijo flequillo de un tono rubio sucio. No sabe quién es, de
dónde viene o si tiene a dónde ir. Sólo sabe que siempre está allí, inmóvil.
Esa noche las cosas cambian. Cruza la calle, esquivando un
par de autos que acaban de girar, y pasa frente al muchacho. Sin decir ni una
palabra se quita la campera de lana que lleva y la deja en el suelo, frente al
muchacho, emprendiendo nuevamente camino. No escucha ni siquiera un escueto “gracias”
y tampoco voltea a verlo.
La noche siguiente vuelve a pasar por el mismo lugar. Al
girar en Eva Perón busca el lugar de siempre, pero lo encuentra vacío. Detiene
sus pasos observado fijamente, buscando al precioso niño que tan acostumbrado
estaba de ver. Ante el desconcierto
cruza la calle, sin ver que el semáforo acaba de ponerse en verde. Esquiva un
colectivo, una moto y un par de autos, pero no puede prever aquél que acelera
para cruzar al que tiene delante y es atropellado. Golpea sobre el capó y el
parabrisas antes de terminar tendido en el suelo. Tiene magulladuras en todo el
cuerpo, un raspón en la rodilla y un corte sangrante en la cabeza.
En cuestión de instantes el tráfico se detiene. La gente se
amontona a su alrededor, murmurando entre ellos, lamentándose por el muchacho
que lentamente va perdiendo la
conciencia.
Un hombre se abre el paso, al grito de “soy doctor”. Se
arrodilla a su lado y controla el pulso, sacudiendo lentamente la cabeza hacia
los lados. Un grupo de mujeres comienzan a sollozar de la impresión, y entre
medio del tumulto consigue ver al jovencito de cabellos rubios sonriendo
ampliamente y agradeciéndole, mientras se abraza a la campera de lana.
Hi!
ResponderEliminarAiko Kimura reportándose.
♥ Lo amé. xD Creo que hubo algo de maldad en la sonrisa de agradecimiento de ese niño (?), pero ese final fue de lo más tierno~.
Lo que nunca sabremos es porqué el niño no estaba en su lugar (o.o/ lo que apoya mi teoría de la maldad en el niño xD)... <_< pobre tipo, sí.
xD Le pasó por descuidado... :D pero al menos su buena acción hizo feliz a al niño CofCofMalvadoCofCof. Irá al cielo y todo eso xD.
Bueno... radda (?).
:3 Te cuidas y todo eso.
Aiko-chan se retira;
Bye!
Hola.
EliminarUmh, supongo que el niño sólo estaba esperando algo de amabilidad para consigo, y cuando la consiguió ya no tuvo más motivo para seguir ahí. Sin embargo, la idea era dejarlo a la libre interpretación de quién lo leyera. Por ejemplo, ¿el niño estaba vivo o era un fantasma? No hay ningún indicio de que otra persona además de él lo haya visto, y no le afectaba el frío (o eso es lo que parece).
Por eso, lo dicho, queda a interpretación de cada quien...
Nee, por cierto, ¿viste que bonito mi cursor nuevo y el Grell sentadito a la derecha de la página? xD
Gracias por leer siempre. Besos.
x3 Aww, sí, linda la mariposa del cursor y los brillitos al pasar y todo~. XD Y Grell, ahí sentadito todo feliz con corazones y radda. -w- Like~.
EliminarO: Bueno, tienes razón. OxO Era un fantasma malévolo que... xD vale, paro con eso de la maldad (?).
-w- No hay de qué~.