sábado, 3 de julio de 2010

Adolescencia

Condiciones:
Género: Family
Lista de datos: 
- Médico.
- Un café.
- Mujer.
- 16.
- Verde.
- Mermelada.

Advertencias: Leve contenido homosexual e incestuoso.

  La mujer estaba parada frente a la puerta entreabierta, con una mano apoyada a la pared en un intento por mantenerse en pie y la otra tapando su boca para ocultar la sorpresa y reprimir un grito que quería salir.

  Al otro lado de la misma estaban sus niños, un joven de dieciséis años y un pequeño de catorce. Ambos estaban sobre la cama, el mayor encima del otro, repartiendo besos a lo largo de su cuello. El más pequeño, con los ojos entrecerrados, suspiraba irregularmente; sus mejillas teñidas de carmín.

  —¡Fabián! —gritó cuando ya no pudo soportarlo más, provocando un sobresalto en el mayor que lo llevó a terminar sentado en el suelo—. ¿Qué le estás haciendo a tu hermano?

  El menor se metió debajo de las frazadas, tapándose con ellas hasta por encima de la nariz. Más de una vez habían temido aquello pero el hecho de que ahora les estuviera pasando era sin duda muy difícil de aceptar.

  El moreno sólo agachó la cabeza, sin poder decir nada. Las palabras no salían de sus labios. ¿Qué podía responder ante una situación así? El comentario irónico estaba totalmente descartado.

  —Nada que yo no quisiera —habló al fin el más pequeño, llamando la atención de los otros dos.

  —Agustín —murmuró su madre—. Mañana iremos a visitar al Dr. Hernández.

  Ambos asintieron ante el severo tono de su madre; y seguido por su fría mirada, Fabián abandonó la habitación de su hermano.



  Los adolescentes fueron despertados muy temprano en la mañana. El desayuno que consistía en una taza de té con leche y tostadas con mermelada se llevó a cabo en el más absoluto silencio. Los muchachos no hablaron entre ellos ni tampoco su progenitora sacó tema alguno.

  Finalizado el mismo fueron directo al auto que se condujo hasta el consultorio del médico. Éste era un edificio nuevo pero conservaba la estructura de las construcciones antiguas y se ubicaba a unas pocas cuadras de la plaza, junto a un café que solían frecuentar los estudiantes cuando se rateaban del colegio.

  Nada más entrar fueron recibidos por la secretaria del doctor. Ésta los hizo esperar un momento, asegurando que él no demoraría en atenderlos y así fue; al cabo de un momento un hombre de edad media, con unas pocas canas que comenzaban a asomarse entre sus castaños cabellos, los saludó.

  Los cuatro pasaron a una sala aparte. La señora se encargó de relatar lo que había visto la noche anterior mientras sus hijos observaban atentamente el piso y el hombre tomaba notas en una libreta.

  —Quisiera hablar con ellos por separado —exclamó mirándola. Ella asintió y salió de la sala con el menor, dejándolo al otro con el señor Hernández.



  Agustín se había sentado en un sillón mullido que había contra una ventana, fijando la mirada al patio que se podía observar al otro lado. Era pequeño, había sólo un árbol y una banca. Un par de mariposas, una amarilla y la otra verde, revoloteaban entre las ramas.

  No pasó mucho hasta que su hermano saliera y entonces el hombre que había estado hablando con él le hizo señas para que entrara. Cruzó su mirada con la de Fabián al tiempo que se encaminaba a la habitación.

  Ya dentro volvió a sentarse. Comenzó a contestar todas las preguntas que le formulaban; algunas relacionadas con el tema y otras que no alcanzaba a comprender qué tenían que ver con el asunto. Sin embargo él no se cortó con nada, dijo todo lo que el otro quería saber.



  —No he notado tendencias raras en el comportamiento de sus hijos, más bien creo que es algo propio de su edad que dado el grado de cercanía se ha dado entre ellos en lugar de intentarlo con alguna amiga —explicó cuando la tuvo a la madre en la sala—. Quisiera verlos una vez más la próxima semana para asegurarme. Del mismo modo, avíseme si vuelve a ver algo raro.

  —Pero… —comenzó a refutar, pero ahí se detuvo—. Así será— afirmó al fin, saliendo del lugar.

  Afuera esperaban sus dos pequeños, uno sentado al lado del otro en aquel mullido sillón, observando las mariposas que seguían cruzándose en su vuelo.

  Quería creer que lo dicho por el Dr. Hernández era verdad. Sus hijos no podían tener nada de malo, ellos sólo se querían, a su modo.





~Fin~

2 comentarios:

  1. Hola!

    Uh, hace mucho que no pasaba o.o. Como sea...

    A pesar de que no es "de mi estilo" (?), me ha gustado mucho.

    Oh, eso sí, en la frase
    "Finalizado el mismo fueron directo al auto que se condujo hasta el consultorio del médico. El mismo era un edificio nuevo (...)"
    ... creo que el segundo "El mismo" mse puede cambiar por "Éste" u otra palabra parecida, para que no sea tan repetitivo.

    Fuera de eso, todo bien ^^.

    Oh, y con lo de Mundos: xD no te preocupes, yo te aviso cuando lo continúe.

    *-* Yo sé que pronto resolveré mi dilema con los mellizos (xD mi debate personal sobre "twincest o individualidad?")

    -w- Bien, eso es todo lo que puedo aportar por hoy (=O al menos en esta entrada).
    Te cuidas un montonzote (?)!
    Bye!

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    Respuestas
    1. Hola!

      Sé que no te gusta el slash, así que con más razón aprecio que hayas pasado a leer y comentar.

      Gracias por el detalle, acostumbran escapárseme algunas cosas, y siendo yo la que escribo, aunque releea por ahí no lo noto, así que es bueno tener una segunda opinión.

      Y eso, a ver cuándo continúas con Mundos, que me tienes en suspenso. Estaré comiendo ansias xD

      Besos, y gracias por leer.

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