jueves, 10 de junio de 2010

Intentar

Emily Dickinson: El éxito es más dulce para los que nunca triunfan.


Advertencias: Ninguna importante.



  El aire frío revolvía sus cabellos y por primera vez en mucho tiempo ni se inmutó. Que no se preocupara por su aspecto era muy extraño; eso demostraba la importancia de lo que estaba haciendo.

  Suspiró frustrado. ¿Cuántos intentos iban ya? ¿Ocho? ¿Nueve? Pero no había caso. Por más que trataba y trataba no lo lograba. La idea de darse por vencido rondaba su cabeza desde el quinto intento fallido.

  —¡Es inútil, Tom! —se quejó, tirando la guitarra a un lado.

  El seño del gemelo mayor se frunció al ver tal reacción y, luego de apoyar cuidadosamente su propio instrumento sobre la hierba, agarró la guitarra que tiró el otro, asegurándose de que no tuviera ninguna raya o se hubiera roto. Cuando comprobó que nada de eso había ocurrido entonces se centró en regañar a su hermano.

  —¿Qué diablos te pasa, Bill? ¿Desde cuando dejas que algo así te venza?

  Su forma de hablar era ruda. Nunca antes había tratado así a su hermano menor, pero este tampoco se había dado por vencido tan pronto antes. Bill lo miró con decisión y volvió a asir la guitarra.

  Quería aprender a tocar ese instrumento. Sabía que nunca lo haría igual que Tom, así como este sabía que nunca cantaría como el gemelo menor, pero de todos modos quería hacerlo. Llámeselo capricho, no le importaba; eso quería.

  —Vamos de nuevo —exclamó diciendo las notas y mostrándole cómo hacer para conseguirlas.

  Y nuevamente una nota falló.

  Se dio cuenta entonces de cuánto admiraba a Tom. Era tan difícil presionar las cuerdas correctas y él lo hacía como si fuera lo más fácil del mundo, ¡y sin mirar siquiera! Él se quejaba porque casi no sentía sus dedos, viendo con pesar esas marcas que habían dejado las cuerdas en ellos. Su hermano, en cambio, ya ni siquiera las sentía.

  —Una vez más —pidió el de las trenzas antes de que el otro vuelva a abandonar.

  El moreno aceptó, pero con la condición de que sería la última vez que lo intentaba; si no funcionaba, a otra cosa mariposa. Entonces otra vez a hacerlo. Los dedos en las cuerdas y a rasgar. Una nota, dos, tres.

  La sonrisa de Tom se lo dijo todo. Por su parte se limitó a asentir, más alegre de lo que había estado en mucho tiempo.

  ¡Lo había conseguido!




~Fin~

4 comentarios:

  1. Hermoso!
    Awwwwwwwwwwww

    Adoré el relato.

    Besotes Yoru, nos vemos en el foro :D
    Morri

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado muchísimo. Habla de todo eso de no darse por vencido, de que siempre hay que intentar.

    Genial como siempre, Yoru :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Algo muy simple, pero que uno muchas veces olvida, porque es difícil continuar cuando has intentado una, dos, tres veces y no ha habido caso.

      Gracias por leer. Besos.

      Eliminar