lunes, 15 de marzo de 2010

Sin palabras

Pablo Neruda: En un beso, sabrás todo lo que he callado.


Advertencias: Contenido homosexual, incesto (twincest).





  Corría sin cesar. No le importaba que la lluvia estuviese cayendo a raudales, no le importaba si a causa de ello cazaba una pulmonía. Tampoco era conciente de la cantidad de autos que intentaban esquivarlo mientras él avanzaba por el medio de la calle, con los ojos apenas abiertos a causa del viento, el agua, y su intento de controlar esas lágrimas que amenazaban por escapar en cualquier momento.

  Sin proponérselo llegó al parque. Cuando se encontraba mal sus pasos siempre lo guiaban hasta allí. Era tranquilo, sólo unos pocos faroles lo iluminaban, y especialmente esa noche se encontraba más vacío que nunca, pues a nadie se le ocurriría ir con ese temporal. Ni siquiera a él, excepto en esas circunstancias.

  Se sentó sobre el césped, recostando su espalda al tronco de un frondoso árbol. Instintivamente sus muslos se acercaron a su pecho y abrazó sus piernas como si con eso pudiera protegerse de todo lo que lo rodeaba. Su cabeza se escondió entre esas piernas y solo entonces, cuando se vio hecho un ovillo, permitió que todo aquel dolor que oprimía su pecho saliera a flote, llorando como nunca antes aunque ni siquiera aquellas amargas lágrimas consiguieran aliviar el peso que cargaba.

  No podía creerlo, no quería hacerlo. Sabía desde siempre que al otro le gustaban las mujeres, que era débil ante ellas y aún así quiso creer que el amor que sentía por él era mayor, pero cuán equivocado estaba. Había entrado sin llamar a su habitación, últimamente se había vuelto casi una rutina esa forma de sorprenderlo… Y esta vez el sorprendido había sido otro. Él mismo.

  Era la primera vez que lo encontraba con una chica. Ambos semi desnudos en su cama, mientras le demostraba que tan experto era en el arte de complacer mujeres. Y sí, aquella imagen al principio le había quitado la respiración, por un momento quiso creer que solo era una pesadilla. Un pequeño instante que para él fue eterno. El fuerte portazo que dio como si intentara con eso borrar la realidad alertó al joven de lo que había sucedido, pero para cuando realmente reaccionó fue tarde, él ya había salido de la casa y se había perdido entre los autos.

  —¡Eres un idiota! —gritó tanto como sus pulmones se lo permitieron, aunque nadie estuviera para escucharlo.

  Porque así era. Se jactaba de la relación que tenían, de que nunca nadie podría separarlos, de que siempre estarían juntos. Jamás pensó que de ese modo descubriría que todo lo que siempre había creído no era más que su deseo. Su hermano nunca lo amaría de la forma que él lo hacía. Esa verdad le había dado una dolorosa cachetada.

  —¿Por qué tuve que enamorarme de ti?

  Esta pregunta fue todo lo opuesto a la anterior, a aquel grito enfadado. Ahora solo podía pronunciarla en un hilo de voz que ni siquiera él terminaba de escuchar bien, expresando en ella todo su dolor y amargura, recriminándose a si mismo por no haber podido evitar el enamorarse de su propio hermano. Era un enfermo, lo sabía. Por ser hermanos, por ser gemelos, por ser ambos varones, su amor era completamente enfermo, inmoral. 

  Y sin embargo, ¿cómo luchar contra los sentimientos? De haber podido elegir estaría con una linda chica, como todos esperaban que sucediera. Pero a él no le gustaban la mujeres, tampoco los hombres. A él le gustaba su gemelo, no por lo que fuera sino por quién era y, más aún, por quién era cuando estaba a su lado. Porque lo era todo para sí.

  Deseó que se abriera una brecha en el suelo, justo debajo de donde estaba sentado, y la tierra se lo tragara. No merecía vivir. No quería seguir soportando ese dolor. No concebía admitir que nunca podría estar con él. Y, ¿cómo podría volver a verlo a la cara si volvía? Él sin siquiera saberlo había destrozado su corazón, y solo debía sumar dos y dos para que le diera cuatro. Sabía que su hermano no era tan idiota como para no comparar su reacción al descubrirlo con la forma en que se había estado comportando con él ese último tiempo y no darse cuenta de lo que había pasado. Y también sabía que luego de eso nunca más volvería a verlo como su hermano pequeño.

  Al pensarlo no pudo sino largarse a llorar con más fuerzas. Lo único peor que haberse sentido traicionado por él era saber el desprecio con que comenzaría a verlo. Podía soportar lo que dijera cualquiera, con el tiempo se había hecho a la idea de cuántos lo despreciarían. Le dolería que su madre o Gordon no aceptasen lo que él sentía e intentasen alejarlos, esperaba que lo amasen lo suficiente como para desear lo mejor para él aunque ésto fuera en contra de las costumbres. Pero que su hermano lo mirase con la más mínima expresión de rechazo… eso sin lugar a dudas lo mataría.

  —¿Por qué no me amas? —volvió a preguntar con el mismo timbre dolido sin ver nada.

  —Desearía no hacerlo.

  Por un momento pensó que había sido su imaginación, pero sin embargo terminó elevando su cabeza y abriendo lentamente los ojos. Tenía una ligera sensación de no estar solo, la cual se confirmó cuando lo vio ahí. Primero sus ojos sólo se fijaron en las zapatillas embarradas que quien estaba frente a él traía puestas, luego su mirada ascendió hasta encontrarse con un rostro que tan bien conocía, de aquel del cual se había enamorado.

  —¿Tom? —apenas dijo en un susurro viéndolo a los ojos.

  Estaba de pie a escasos centímetros de su cuerpo. Su respiración agitada era clara prueba de que había corrido hasta él. Las rastas que tanto cuidaba estaban escurriendo agua al igual que sus ropas, completamente empapadas.

  Sentía su garganta escocerle por culpa del grito que había pegado momentos antes. Sus ojos le ardían y podía estar seguro de que se le habían hinchado y se veían colorados, delatando que había estado llorando, como lo hacía el hipido que había comenzado hace instantes.

  Vio a Tom arrodillarse frente a él para estar a su altura y no fue conciente de en qué momento sus cuerpos se juntaron tanto, pero a pesar de estar empapados se sentía muy cálido estar estrechado entre los brazos de su gemelo, sintiendo el cálido aliento acariciar su cuello.

  —Fui un idiota por negarlo… —comenzó a hablar el de rastas antes de que el moreno dijera nada—, intenté reemplazarte, no quería aceptar que me estaba enamorando de mi propio hermano.

  Quizás a causa de la sorpresa consiguió fuerzas para separarse de su cuerpo de un empujón, viéndolo a la cara. ¿Había escuchado bien? ¿Realmente Tom había dicho que se estaba enamorando de él? Su mirada analizaba el rostro de su igual, temiendo que en cualquier momento comenzaría a reírse de él, pero sin embargo lo que vio lo dejó helado. Nunca lo había visto tan serio en su vida. Sabía que no estaba jugando.

  —Tom —repitió, pero nada más pudo decir ya que al instante sintió como los labios de su hermano lo callaban.

  Dejó escapar un suave gemido de sorpresa, sin poder creerlo aún. Tanto había ansiado ese roce entre sus labios. Sabían aun mejor de lo que nunca hubiera imaginado; eran tan dulces y le transmitían una calma y ternura que jamás creyó recibir de él. Se dejó llevar por el momento, disfrutando como nunca de tenerlo tan cerca.

  Solo una mirada luego de que se separaron y una sonrisa. Tom lo tomó entre sus brazos y comenzó a recorrer el camino hacia su casa. Otro suave beso, más corto, y todo el mundo desapareció de repente, solo existían ellos dos. Así había sido desde el comienzo y así sería hasta el final, sólo ellos dos, juntos. Realmente, siempre estarían juntos, a pesar de que el mundo entero les diera la espalda, porque con los temas del corazón no se decide, y ellos estaban seguros de que su amor era tan fuerte como para soportar todas las tormentas. Entonces lo supo, al fin, que Tom nunca lo dejaría.

  Sin palabras… nunca habían sido necesarias entre ellos. Porque los sentimientos que por tanto tiempo habían mantenido ocultos habían sido expresado en ese beso, y en todos los que vendrían. Porque sus acciones valían más que mil palabras.


~Fin~

1 comentario:

  1. Awww, adoré tu RPS, me encanta el slash *_*
    Felicitaciones y nos vemos por ahí.

    Besos y Bye

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